Somos un grupo de Padres, ex profesores y profesores que tenemos una afición en común; La lectura, y para ello nos reunímos una vez al mes, nos leemos un libro y luego lo comentamos.
Sed todos bienvenidos a nuestro espacio de lectura.
Tremendo relato de la dureza de la represión franquista tras haber ganado la guerra, los relatos e historias se suceden una tras otra, a cual mas dura, me he metido de lleno en el sufrimiento de de Tomasa, en la dignidad de Hortensia cuando va a ser fusilada, en la colaboración de Pepita en la ayuda a otras familias con Reme, en definitiva en cada uno de los personajes, en la crueldad de la Zapatones pintándose los labios de rojo y enseñando un caramelo de limón entre los labios, en la crueldad de la monja de no dejar amamantar al bebe de hortensia y del cura que no deja casarse a Pepita con su novio si no abjuraba este de sus ideas.
Uno de los capítulos que mas me han hecho sufrir es el de el aislamiento de Tomasa , la desesperación de esta misma cuando se entera de que ya van a ejecutar a Hortensia, y de como cuenta como sobrevivió a las ejecuciones del puente Almaraz;
"—Cincuenta y tres metros de alto tiene ese rejodido puente. Ante sus propios ojos les dispararon cuando ya estaban en el agua intentando ganar la orilla. Los tiradores eran expertos. Y todos los «mareados» se hundieron. Así llamaban, «el mareo», al procedimiento de limpieza que usaban las fuerzas de la Benemérita encargadas de la persecución de huidos rojos en el 2.° Sector, el de Cáceres y Badajoz. Así lo llamaban. Después la marearon a ella, y a su marido. Él logró mantenerla a flote y llevarla a la orilla, con su cuerpo protegió su espalda de las balas que venían de arriba. Cuando llegaron a la margen derecha del Tajo, su marido estaba muerto. Ella abrazó su cabeza. Y le cerró los ojos, y se mantuvo abrazada a él hasta que una pareja de falangistas al mando de El Carnicero de Extremadura la arrancó de su duelo y empujó el cadáver al agua. Ella lo vio deslizarse corriente abajo mientras la esposaban."
Lugar dónde Tomasa relata la ejecución de sus cuatro hijos y Nuera
En definitiva una novela dura, que me ha llegado a lo mas profundo de mi corazón, relucen algunos datos históricos como las ejecuciones de las llamadas trece rosas, también en los pensamientos de Fernando salen las celebres matanzas de Paracuellos, las mujeres a las que les daban aceite de ricino y les rapaban las cabeza la represion franquista las mujeres rapadas. Un libro que me ha gustado mucho no, muchisimo y ya van tres en este año que me han gustado.
Continuamos con la lectura del libro de Dulce Chacon y con él nos vienen nuevos datos historicos, en este caso el triste suceso de las trece Rosas.
Fue uno de los episodios más crueles de la represión franquista. El 5 de agosto de 1939, trece mujeres, la mitad menores, fueron ejecutadas ante las tapias del cementerio del Este. Su historia sigue viva hoy en forma de libros, teatro, documentales y cine.
MÁS INFORIÓN
En el ambiente de ese verano de posguerra -tristísimo para unos y glorioso para otros-, se mezclaban las ruinas de los edificios y la pobreza de sus pobladores con las dolorosas secuelas físicas y psicológicas de la contienda. Y, sobre todo, abundaban ya la propaganda y la represión. El día a día de la capital estaba marcado por las denuncias constantes de vecinos, amigos y familiares; por la delación, los procesos de depuración en la Administración, en la Universidad y en las empresas; por las redadas, los espías infiltrados en todas partes, las detenciones y las ejecuciones sumarias. En junio habían comenzado, incluso, los fusilamientos de mujeres. "Españoles, alerta. España sigue en pie de guerra contra todo enemigo del interior o del exterior, perpetuamente fiel a sus caídos. España, con el favor de Dios, sigue en marcha, una, grande, libre, hacia su irrenunciable destino ", voceaban las radios de Madrid. "Juro aplastar y hundir al que se interponga en nuestro camino", advertía Franco en sus discursos.
Sería aquélla la última carta de Julia Conesa. Y ella lo sabía. Porque, junto a otras catorce presas de la madrileña cárcel de Ventas, había sido juzgada el día anterior en el tribunal de las Salesas. "Reunido el Consejo de Guerra Permanente número 9 para ver y fallar la causa número 30.426 que por el procedimiento sumarísimo de urgencia se ha seguido contra los procesados ( ) responsables de un delito de adhesión a la rebelión ( ) Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada uno de los acusados ( ) a la pena de muerte", dice la sentencia. A Julia la acusaban hasta de haber sido "cobradora de tranvías durante la dominación marxista".
Y apenas 24 horas más tarde, 13 de aquellas mujeres y 43 hombres fueron ejecutados ante las tapias del cementerio del Este. El momento lo recuerdan así algunas compañeras de presidio: "Yo estaba asomada a la ventana de la celda y las vi salir. Pasaban repartidores de leche con sus carros y la Guardía Civil los apartaba. Las presas iban de dos en dos y tres guardias escoltaban a cada pareja, parecían tranquilas" (María del Pilar Parra). "Algunas permanecimos arrodilladas desde que se las llevaron, durante un tiempo que me parecieron horas, sin que nadie dijera nada. Hasta que María Teresa Igual, la funcionaria que las acompañó, se presentó para decirnos que habían muerto muy serenas y que una de ellas, Anita, no había fallecido con la primera descarga y gritó a sus verdugos: '¿es que a mí no me matan?" (Mari Carmen Cuesta). "Si fue terrible perderlas, verlas salir, tener que soportarlo con aquella impotencia, más lo fue ver la sangre fría de Teresa Igual relatando cómo habían caído. Entre las cosas que nos dijo, fue que las chicas iban muy ilusionadas porque pensaban que iban a verse con los hombres [con sus novios y maridos, también condenados] antes de ser ejecutadas, pero se encontraron que ya habían sido fusilados" (Carmen Machado).
Quince de los ajusticiados ese 5 de agosto de 1939 eran menores de edad, entonces establecida en los 21 años. Por su juventud, a estas mujeres se las comenzó a llamar "las trece rosas", y su historia se convirtió pronto en una de las más conmovedoras de aquel tiempo de odio fratricida y fascismo. Un episodio sobre el que nunca se habrá escrito mucho. Lo investigó el periodista Jacobo García, ya en 1985. Lo noveló el escritor Jesús Ferrero en su libro Las trece rosas (Siruela, 2003), en el que dedica un capítulo a cada una de las muchachas y con su literatura las dota de vida y palabra, de sentimiento y dolor; le pone cara a sus verdugos Lo documentó durante dos años, sin ficciones, y por eso aún con mayor crudeza el periodista Carlos Fonseca en Trece rosas rojas (Temas de Hoy, 2004): "No conocía la historia, no la busqué; ésta me buscó a mí a través de unos documentos que guardaba un tío de mi padre que pasó 20 años en la cárcel. Localicé el sumario, investigué; los familiares pusieron el material que tenían a mi disposición". En su libro duelen los testimonios de las familias, el momento de la condena, la partida hacia la muerte, la locura posterior de las madres de las fusiladas ante su pérdida, la indiferencia del régimen.
Retoma la historia de las trece rosas ahora la productora Delta Films en un largometraje documental títulado Que mi nombre no se borre de la historia, tal como pidió Julia en los últimos minutos de su vida. En la película se muestra el drama personal y el contexto social, político (su militancia en las Juventudes Socialistas Unificadas, JSU) y bélico en el que se mueven las protagonistas. "Es el primer documental sobre el suceso y entendimos que era urgente hacerlo porque son pocos los testigos vivos. Si no se recogen ahora sus voces, permanecerán para siempre en el olvido", dicen los directores, Verónica Vigil y José María Almela.
El destino triste de estas mujeres que no pudieron envejecer ha sido citado también en libros de Dulce Chacón o Jorge Semprún, y este mismo otoño lo acaba de llevar a escena la compañía de danza y teatro Arrieritos. Además ha sido inspiración para una organización socialista recién creada, Fundación Trece Rosas, "orientada a proyectos e iniciativas en las que se profundice en la igualdad y la justicia social". Y aún más: su vida y muerte es el argumento del próximo filme de Emilio Martínez Lázaro, con guión de Ignacio Martínez de Pisón y asesoría de Fonseca.
"Tras entrevistar a sus compañeros de organización, a sus familiares, concluimos que las trece rosas eran mujeres que sabían bien lo que hacían, y que con gran valentía y clarividencia lucharon contra el régimen antidemocrático que se avecinaba", comentan Vigil y Almela. "Se afiliaron a la JSU de forma consciente; pudiendo quedarse en casa, salieron a la calle y optaron por luchar y defender la II República española, desempeñando diversas labores durante la defensa de Madrid y poniendo en riesgo sus propias vidas". Según Fonseca, el régimen franquista "adoptaba un tono paternalista con las mujeres en sus mensajes, pero trató con igual inquina a hombres y a mujeres. La miliciana era para los vencedores la antítesis de la mujer, cuya misión en la vida era ser madre y reposo del guerrero". Para Santiago Carrillo, que fue primer secretario general de la JSU, "en las guerras, son ellas siempre las que más sufren Y el régimen de Franco hizo todo lo posible por destruir el espíritu de libertad de las mujeres que se había creado con la República".
Ellas se llamaban Ana López Gallego, Victoria Muñoz García, Martina Barroso García, Virtudes González García, Luisa Rodríguez de la Fuente, Elena Gil Olaya, Dionisia Manzanero Sala, Joaquina López Laffite, Carmen Barrero Aguado, Pilar Bueno Ibáñez, Blanca Brisac Vázquez, Adelina García Casillas y Julia Conesa Conesa. Eran modistas, pianistas, sastras, amas de casa, militantes todas, menos Brisac, de la JSU. El suyo se considera uno de los castigos más duros a los vencidos de la posguerra. Una respuesta, dicen, al asesinato del comandante de la Guardia Civil, Isaac Gabaldón, a su hija y su chófer el 27 de julio anterior.
"El número de detenciones diarias en la capital era muy variable en 1939, aunque muchos días la información titulada 'Detención de autores de asesinato' estaba formada por más de cien nombres ", escribe Pedro Montoliú en su reciente e interesante libro Madrid en la posguerra, 1939-1946. Los años de la represión (editorial Sílex) que le ha supuesto cuatro años de investigación y en el que describe el ambiente de aquel tiempo: "Los peores meses fueron junio, con 227 fusilados; julio, con 193; septiembre, con 106; octubre, con 123, y noviembre, con 201. Por días, los más sangrientos fueron el 14 de junio: 80 fusilados; 24 de junio, 102; 24 de julio, 48; el 5 de agosto, 56. ( ) Ese día, y 48 horas después de dictar sentencia, fueron fusiladas las 'trece rosas', de entre 18 y 23 años, que habían intentado reconstruir la JSU en la clandestinidad".
Vigil y Almela enfocan su película preguntándose cómo se podía llegar a ejecutar una sentencia tan infame. "¿Qué había pasado en España? ¿Qué acontecimientos habían azotado el panorama político y social de aquel entonces?". Miraron entonces hacía la organización política juvenil de la que las trece rosas eran miembros, la JSU, y a su papel en el transcurso de la guerra.
"Franco se proponía destruir hasta la simiente de los rojos en este país y al decir rojos, estoy diciendo los simples demócratas, los liberales, cualquier recuerdo de los tiempos en que España había sido libre", declara Carrillo en el filme. La organización nació en marzo de 1936 de la fusión entre la Unión de Juventudes Comunistas y la Federación de Juventudes Socialistas. "Luchábamos por un ideal", dice una de sus miembros. Otra: "Nos afanábamos por la libertad, por un mundo mejor, porque el trabajador pudiera vivir en condiciones". Una tercera: "Defendíamos la República que había sido elegida en 1931, mejorándola". Y cuarta: "Mi conciencia política surgió tan pronto empezó la guerra. Tenía 15 años y debía pelear, no había más remedio". En 1939, la JSU se encontraba deshecha, sus líderes encarcelados Sólo se contaba con el coraje de sus miembros para reorganizarse.
"Crear una estructura clandestina es siempre algo muy difícil. Hay que concentrar los esfuerzos. Y en ese periodo los concentramos en la creación, sobre todo, de un partido comunista clandestino", afirma Carrillo. Para el régimen, según el periodista Jacobo García, la JSU representaba un gran peligro: "Dada la juventud de sus militantes, estaba destinada a sobrevivir durante muchos años y a plantear problemas al régimen franquista durante muchos años, a corto, medio y largo plazo". Debía desaparecer.
Así, estando todos los hombres en prisión o en el exilio, de la reorganización se encargaron las mujeres o los jóvenes. "Queríamos seguir luchando, recuperar dinero para ayudar a los presos, para sacarlos, para sacar a mi hermano; queríamos, pero no lo conseguimos ", apunta Concha Carretero. "Te cogían enseguida", rememora Nieves Torres. "Era un Madrid triste, reservado, la gente no se atrevía a mirar a nadie; si ibas en el metro, todo el mundo iba con la cabeza baja", dice Mari Carmen Cuesta. Se tira de los detenidos, se utiliza la tortura para conseguir delaciones, y así, poco a poco, va cayendo la organización. "A los presos los sacaban a la calle y los usaban como gancho, detrás iban dos policías. Así me detuvieron a mí", sigue Torres.
Las trece rosas fueron elegidas para morir entre las 4.000 reclusas hacinadas en Ventas en un espacio pensado para 400 (más de 280.000 presos políticos se contaban en 1939 en España). ¿Por qué ellas y no otras? El escritor Jesús Ferrero imagina una posibilidad literaria y azarosa en su libro: "Roux, Cardinal y el Pálido habían comido opíparamente en el Ritz y se sentían alegres ( ). Una hora antes les había llegado la orden de elegir a quince mujeres, preferentemente menores de edad, para conducirlas a juicio. Ya en comisaría, una señora, que se sentía agradecida porque habían liberado a su hija, le regaló al Pálido un ramo de rosas. Eran quince El Pálido lo cogió y, mirando a Cardinal y a Roux, dijo: 'Señores, ha llegado el momento de decidir quiénes van a ser las quince de la mala hora. Bastará con ponerle un nombre a cada una de las rosas Empezaré yo', dijo tomando una flor. 'Y bien, esta rosa de pasión se va a llamar Luisa. No conseguí que esa bastarda pronunciara una sola palabra en los interrogatorios. Por poco me vuelve loco'. 'Y ésta, Pilar', dijo Cardinal. 'Y ésta se va a llamar Virtudes', susurró el Pálido con precipitación. 'Y ésta, Carmen', dijo Cardinal. 'Lo merece más que nadie. Nunca me miró bien esa condenada'. 'Y ésta, Martina', anunció Roux. 'Está siempre ausente. Seguro que ni siquiera se va a dar cuenta de que ha muerto".
Ficciones aparte, ellas sí se daban cuenta. De sus condiciones ("La posguerra fue peor que la guerra"), de las humillaciones ("Se ve que les gustó mi pelo y me dejaron pelona, pelona; me lo cortaban y me lo enseñaban, '¿no te da pena este ricito?"), de lo que les esperaba ("No bastaba con estar tú en la cárcel, todo tu entorno tenía que expiar por tu pecado"), de lo que significaba pertenecer a los derrotados ("Nos trataban de lo peor, muchas palizas, muchas vejaciones"), de lo que perdían ("Estuve 16 años en prisión, se me fue lo mejor de mi juventud ").
Así lo cuentan en la película Maruja Borrell, Nuria Torres, Mari Carmen Cuesta, Concha Carretero, Ángeles García-Madrid, entre otras muchas, de las que fueron amigas, conocieron y/o compartieron celda con las trece rosas en aquellos días. Hablan de las penurias, de la vida cotidiana en una prisión en la que sólo se comían "lentejas de Negrín", de los petates en el suelo, de la desconfianza ("No te fiabas de nadie porque se decía que los franquistas habían metido chivatas dentro"), y hasta de su capacidad para sobrevivir, intimar, quererse y reírse de sí y de su situación. Hablan de las terribles noches de saca, de cómo todas salían temerosas a la galería para ver quiénes eran las elegidas para morir, de cómo sucedió todo en aquella noche terrible de agosto. "Para mí es un recuerdo muy amargo, muy amargo", llora aún hoy desconsolada Mari Carmen Cuesta, entonces de 16 años.
En la película de Delta Films y en el libro de Fonseca se recogen testimonios de parientes: las sobrinas de Julia, de Dionisia, de Martina Y del hijo de Blanca Brisac y Enrique García, quizá la más triste de todas las historias: "Mi padre pertenecía a la UGT, pero mi madre dijeron que era de la JSU, y yo sé que no militaba. Lo puedo jurar", dice. A ambos los ejecutaron ese 5 de agosto de 1939, cuando él tenía 11 años. "Determinadas corrientes revisionistas pretenden hoy cambiar la realidad de los hechos y esto sí que es muy peligroso. No se trata de generar sentimientos revanchistas. En ninguna de las entrevistas que hicimos percibimos rencor. Al contrario, fue toda una lección de humanidad. Nuestro documental trata de concederles el minuto de duelo que en su día se les negó", cuentan Vigil y Almela.
Fue Blanca Brisac, sin embargo, quien mejor lo expresó, mientras escribía a su hijo esa noche, ya en capilla: "Voy a morir con la cabeza alta Sólo te pido que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor Enrique, que te hagan hacer la comunión, pero bien preparado, tan bien cimentada la religión como me la cimentaron a mí Hijo, hijo, hasta la eternidad ".
Hay un sin fin más de canciones de Navidad que a mi en particular me gustan mucho aquí os dejo una pequeña selección espero os gusten.
¡¡¡ FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO 2013!!!
Seguimos con los datos históricos en esta ocasión se relata en la novela como recuerda el señorito Fernando las matanzas de Paracuellos, he visitado varias webs y en ninguna de ellas el resultado ha sido imparcial. Popr eso mismo y aunque la fiabilidad de la Wikipedia no es todo lo fiable que puede ser, y después de leer varios artículos es la que me ha parecido mas imparcial, sacar vosotras mismas las deducciones necesarias. Pasar una nochebuena agradable y que os traigan muchos libros PAPA NOEL Felices fiestas.
Las matanzas se realizaron aprovechando los traslados de presos de diversas cárceles madrileñas, conocidos popularmente como sacas, llevados a cabo entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936, mientras se enfrentaban las tropas gubernamentales y franquistas2 por el control de la ciudad. Del total de 33 sacas de presos que tuvieron lugar en las fechas citadas, 23 de ellas terminaron en asesinatos: las de los días 7, 8, 9, 18, 24, 25, 26, 27, 28, 29 y 30 de noviembre y las del 1 y el 3 de diciembre. Entre el 10 y el 17 de noviembre no hubo extracción alguna, y desde el 4 de diciembre cesaron.3
Los convoyes mencionados fueron desviados hacia los lugares del arroyo San José, en la vega del río Jarama, y a un caz o canal de irrigación fuera de uso, en la vega del río del Henares donde miles de prisioneros fueron asesinados. Entre ellos se encontraban militares que habían participado en la sublevación o que no se habían incorporado a la defensa de la República,4falangistas, religiosos, militantes de la derecha, burgueses y otras personas que en su inmensa mayoría habían sido detenidas por ser consideradas como partidarias de la sublevación, y custodiadas sin amparo legal ni acusación formal.
Los presos extraídos de las prisiones lo fueron con listas elaboradas y notificaciones de traslado o libertad con membrete de la Dirección General de Seguridad y, en ocasiones, firmadas por Segundo Serrano Poncela, el delegado de Orden Público de la Consejería de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid. La Presidencia de la Junta de Defensa la ocupaba el general José Miaja Menant, y la Consejería de Orden Público estaba encabezada por Santiago Carrillo Solares. Posteriormente, como se ha dicho, los presos que figuraban en las 23 sacas citadas fueron fusilados de manera sumaria por milicias pertenecientes a las organizaciones obreras.
Antes del 7 de noviembre ya habían tenido lugar algunas sacas, especialmente durante el mes de octubre, fruto del cambio de manos del control de las prisiones, que pasó de las de los funcionarios de prisiones a las de las milicias a raíz del asalto a la Cárcel Modelo, que tuvo lugar el 22 de agosto de 1936, si bien el número de asesinados fue mucho menor y carecieron del carácter sistemático y organizado que tuvieron las de noviembre y diciembre.5
Las matanzas de Paracuellos son consideradas las de mayor dimensión que tuvieron lugar en la retaguardia de la zona republicana. El número de asesinados ascendió a unas 2.500 personas, si bien la cifra exacta sigue siendo objeto de discrepancia y controversia. También son objeto de enconadas discusiones aspectos como quién dio la orden de ejecutar a los evacuados de las cárceles, por qué unas sacasterminaron en asesinatos masivos en tanto que en otras los prisioneros llegaban sanos y salvos a su destino y, en definitiva, las responsabilidades directas e indirectas de los fusilamientos.
Conforme voy releyendo la novela de Dulce Chacon vienen a mi mas datos históricos que creo que son de interés En este caso es los recuerdos de Elvira junto a su madre Doña martina cuando las llevan al puerto de Alicante dónde millares de republicanos creyeron que los iban a sacar de allí en barcos, y que se convirtió en una espera inútil siendo apresados por las fuerzas golpistas. Buscando por Internet esto es lo que mejor encontré y lo que mas fiable me pareció, ya se que son muchos datos los dejo aquí por si a alguien le interesara.
Por la carretera de Valencia, por la de Ocaña, por la de Murcia, por el camino de Elche, todas las vías que llegaban a Alicante en aquel marzo de 1939 se convirtieron en la única salida para un sinfín de defensores de la República en retirada. A pie, en camiones, en carros, militares y civiles, hombres, mujeres y niños, abatidos todos buscaban el lugar de la esperanza ¿dónde está el puerto? La ciudad hervía en un ir y venir de gentes sin porvenir. Alicante había sufrido 71 bombardeos desde el golpe militar en julio de 1936; sumaba más de 450 víctimas de las bombas y 790 heridos a lo largo 32 meses de guerra extenuante; un total de 740 edificios habían sido destruidos. Para la población civil, los alimentos eran un bien escaso y la resistencia, una consigna desacreditada: la derrota era gris y la esperanza triste en aquella primavera cargada de los peores augurios para la última ciudad republicana. A lo largo del mes de marzo, en las calles y cuarteles de Madrid, en el puerto de Cartagena y en las altas esferas políticas y militares, también en Alicante, se habían enfrentado los partidarios de resistir y los de negociar una capitulación; eran los coletazos previos a la derrota inminente frente al fascismo europeo aliado contra la cercada República. Los partidarios de la rendición habían ganado en un intento de evitar más dolor; así lo entendían ellos. El gobierno de Negrín mantuvo en la finca del Poblet, en Petrer, Alicante, sus últimas reuniones; convertidos los comunistas en sus valedores, cercados, optaron por salvar su propia piel y partieron del aeródromo de Monóvar, de la llamada posición Dákar, el 6 de marzo de 1939. Las autoridades alicantinas aligeraron la necesaria evacuación, tras tomar el mando quienes apoyan las posiciones de la Junta de Besteiro y de Casado. El recién nombrado gobernador civil de Alicante, el socialista ilicitano Manuel Rodríguez, ordenó proporcionar pasaportes y billetes de transporte a quienes fueran designados por las organizaciones políticas y sindicales y así se hizo desde la sede del gobierno y desde el consulado de México, firmados en este caso por el último alcalde de la ciudad, antes de la guerra, Lorenzo Carbonell. Pero ¿con qué naves contaban?
La flota republicana estaba en desbandada –desde los sucesos de Cartagena, a principios de marzo–; solo cabía esperar una respuesta favorable de las navieras francesas y británicas con las que el gobierno republicano había mantenido acuerdos comerciales de abastecimiento. De la armada soviética no había noticia ni barcos a la vista; sin embargo a cientos de comunistas les habían dicho que les llevarían a la URSS. En su relato autobiográfico sobre el final de la guerra que titula La estampida, el falangista José Mallol Alberola, que en eso días tomó el mando del gobierno civil, afirma que ” por la ciudad deambulaban 60.000 fugitivos”, a la espera de barcos para huir. Las cifras no son fáciles de precisar, tal vez él abulta el peso de aquellos que todavía armados, temía; porque a pesar del caos, la ciudad, hasta el 30 de marzo, no había sido ocupada por fuerzas militares más que los soldados y mandos republicanos en retirada. Lo cierto es que el 28 de marzo dos barcos están amarrados en el puerto, al pie del Benacantil. Uno de ellos es el viejo carbonero inglés Stambrook, pertenece a France Navigation y su capitán, Andrew Dickinson se aventura y burla el bloqueo de la escuadra franquista y acude en auxilio de quienes aún creen en su derecho a escapar. A pesar del riego, embarca oficialmente a 2638 pasajeros; de ellos, 2.240 eran hombres y 398, mujeres; 147 eran niños, de los cuales 15 no habían cumplido el primer año de edad, y de entre éstos, algunos eran recién nacidos. El Stambrook zarpó el 28 de marzo a las 11 de la noche, entre la conmoción de quienes se quedaban y el arrojo de su capitán que lo manejaba con su línea de flotación sumergida. Cerca hay otro mercante; el Maritime, también británico; pero su capitán sólo aceptó 37 pasajeros y zarpó prácticamente vació, ante una multitud atónita, a la que no le quedaban aliados, si es que alguna vez los tuvo. El 29 de marzo la muchedumbre sigue buscando en el puerto una salida, se organizan, hacen listas, discuten si deben defenderse y renuncian a morir matando, tratan de establecer una zona protegida; esperan sin esperanza y otean un horizonte muerto porque las promesas de evacuación se han convertido ya en una artimaña de los falangistas, comandados por Mallol para desarmarles.«Con el fin de dar visos de realidad y que los fugitivos se decidieran a entregar sus armas a cambio del boleto de embarque, hicimos más difícil la entrada al puerto», escribe Mallol. Narra cómo se puso en contacto con el buque de la armada, Canarias, que al servicio de Franco, con otras naves, patrullaba la bahía y desde el que le aseguraron que no permitirían la entrada de ningún barco. Y los hubo que intentaron llegar, así lo cita el historiador Tuñón de Lara que también estaba en el puerto aquellos días. El Winnipeg y un par de mercantes franceses intentaron aproximarse al muelle, pero fueron interceptados. Hay quienes optan por buscar otro puerto o por salir de la ciudad por tierra. Algunos, que no se atreven a atravesar la zona ya acordonada por sacos terreros y vigilada por falangistas armados con las mismas armas que han entregado los republicanos, se echan al agua, tratando de salvar a nado la escollera; es el caso de un grupo de alumnos de un colegio racionalista de la ciudad, que tras acompañar al puerto a sus maestros anarquistas, Martínez y Muñoz, se volvieron a casa después de saltar al mar y nadar hasta la playa del Postiguet. La noche del 29 empieza a llover y el puerto se llena de pequeñas hogueras que dan calor a una sociedad apelotonada en la que entre militares y autoridades civiles, no faltan familias enteras, mujeres embarazas ni bebés recién llegados al peor de los mundos. La ciudad es un hervidero de gentes en retirada, de falangistas envalentonados y de ciudadanos sin aliento que no saben si ellos también están atrapados. Muchos miran espantados a quienes se hacinan en el puerto y les llevan agua; como el joven José Aracil, del barrio de Benalua, que busca a su hermano, y va de grupo en grupo, con un botijo en la mano. El jueves 30 de marzo, con la llegada de la división italiana Littorio, encabezada por el general Gambara, la bandera de Franco es izada en Alicante. Los soldados italianos llegan hasta el puerto y rodean con sus armas lo que queda de la República. Es entonces cuando los derrotados comienzan a romper en pedazos los documentos que acreditan su filiación, ya no son nadie; pero hay quienes antes de entregarse, eligen el suicidio. Algunos lo hacen en pareja y se matan disparando a la vez; otros, mueren solos, descargando contra sí mismos las armas que tenían como objetivo defender la República, vencer al fascismo. La desesperación, el miedo, las ganas de vivir y las de morir se dan la mano en el peor de los momentos. Ya no hay salida. Algunos intentan escapar sin destino. El general Gambara escribe un informe al Cuartel Gral de Franco fechado el 1 de abril: Situación milicianos puerto está resolviéndose. Hasta ahora pasarense cerca de 10.000. Quedan 2.000 declarando voluntad de rendición. Los más siguen las órdenes de los soldados fascistas italianos que los conducen a un campo de concentración improvisado, a las faldas de la Serra Grossa, en la Goteta; Max Aub que estuvo allí lo llamó el campo de los almendros. Después, a la plaza de Toros, a la cárcel, al Castillo de Santa Bárbara, a los cines, a los cuarteles, al campo de concentración de Albatera. La Alicante republicana se había convertido en un penal insaciable. El fascismo había ganado la guerra: la paz no sería posible.
Fuente: web de Llum quiñonero Hernandez Periodista e investigador.
Esta mañana nos hemos ido a pasear Alvaro y yo por Zaragoza, hemos aprovechado y visitado la maqueta del barrio musulmán del cual se hablo en la tertulia con el señor Corral. Por supuesto como dije en la tertulia mi caminar ya no sera igual por ese sitio.
Mujeres rapadas en Oropesa (Toledo) por ser familiares de republicanos. / sbhac.net
Poco se ha hablado acerca de la represión ejercida sobre las mujeres republicanas —específicamente sobre ellas— durante la Guerra Civil y la posguerra. Numerosos trabajos se han centrado en una especie de «limpieza sistemática» de los rojos durante la contienda y/o los vencidos en los años posteriores, pero pocos han abordado a fondo las características concretas de la persecución y humillación que las mujeres rojas sufrieron durante el franquismo. Y es que la Guerra Civil española, y la posguerra, pueden tener una lectura de género que, en la actualidad, nos parece de vital importancia. En efecto, las mujeres republicanas fueron víctimas de una serie de abusos «institucionalizados» que vale la pena analizar en profundidad.
La imagen de mujer que había comenzado a extenderse durante la Segunda República permitía un cierto «escape» respecto a la rigidez previa y, aun más, respecto a lo que vino después. Si bien no habían cambiado ciertos estereotipos de feminidad, las mujeres durante la Segunda República sí pudieron encontrarse identificadas con un patrón de conducta que permitía la actividad, la decisión, la participación activa y necesaria que las requería —bien como madres, bien como milicianas cuando estalló la guerra— de una manera profundamente novedosa. Así, desde el 18 de julio de 1936, el modelo de mujer roja pasó a formar parte de una suerte de «demonización» de lo que debía ser una mujer. Es decir, el demonio pasó a ser la mujer roja.
Durante la Guerra Civil, la represión de la población fue convirtiéndose en la nota dominante y constante del avance del ejército sublevado. Según avanzaban las tropas franquistas y «liberaban» pueblos y ciudades, se instalaba en estos una particular forma represora que afectaba a hombres y mujeres —rojos todos, o supuestamente rojos— de diferente manera. Mientras ellos, los varones republicanos, habían caído en el frente, eran ejecutados o huían (algunos «se echaban» al monte) ante la llegada inminente de los militares sublevados, ellas permanecían en los pueblos, a cargo de sus familias, en la más absoluta miseria y sabiéndose perseguidas.
Así comenzó a extenderse el corte de pelo al rape y la ingesta de aceite de ricino como una manera de humillar, vejar y «marcar» a todas esas mujeres que, a fin de cuentas, venían a reflejar lo más recriminable de la feminidad desde el punto de vista de los sublevados y del orden que pretendían imponer y que, de hecho, impusieron. En efecto, las autoridades del pueblo (Falange, Guardia Civil, requetés…) detenían a las mujeres, les rapaban el pelo al cero —a veces les ponían una banderita roja colgada de un pequeño mechón en la frente o en la nuca—, las obligaban a beber aceite de ricino para provocarles diarreas y las «paseaban», mientras se cagaban encima a causa del purgante, por las principales calles de las poblaciones «liberadas», en ocasiones acompañadas por la banda de música del pueblo.
La historiadora francesa Maud Joly, en su trabajo titulado Las violencias sexuadas de la guerra civil española: paradigmas para una lectura cultural del conflicto (Historia Social, núm. 61, 2008), ha estudiado en profundidad el fenómeno del empleo del cuerpo de la mujer como frente de guerra en el que humillar y vencer definitivamente al enemigo. La práctica del rapado de pelo durante la Guerra Civil y la posguerra (la práctica reaparecerá más tarde en Francia con las mujeres acusadas de colaboracionistas durante la Segunda Guerra Mundial) tiene un componente de marcación de los cuerpos que adquiere un carácter de táctica deliberada de combate.
Ya no se trata tanto de apartar, perseguir o vencer al enemigo, sino, más bien, de exhibir a modo de espectáculo una especie de «deformidad monstruosa» que, desde el punto de vista de los sublevados, se había desarrollado durante la Segunda República. En tribunales militares, que más parecían una burla, se decidía que ciertas mujeres debían ser castigadas por haber contribuido al derrumbe de la moral católica, por haber enarbolado una bandera republicana durante el «dominio rojo», o por haber participado en el saqueo de la iglesia del pueblo. Y así, tras las pruebas «de oídas» de algunos testigos —muchos aprovechaban para vengarse por antiguas rencillas—, se decidía que una mujer debía ser ejecutada o encarcelada durante treinta años. Pero fueron muchas más a las que, sin necesidad de pasar por juicio alguno, raparon, purgaron y exhibieron en la plaza de sus pueblos para escarnio público.
Durante la posguerra se instaló en el país un absoluto control social con un sistema de «abajo arriba» que impedía la menor disensión. Todo el mundo estaba vigilado y cualquiera que hubiera colaborado con los vencidos podía ser detenido, acusado de rebelión militar y ejecutado. Las mujeres vivieron esta persecución constante de una manera especialmente dolorosa y cruel. Se extendieron las violaciones y vejaciones sexuales en comisarías, cuarteles y cárceles en un intento de cosificar y deshumanizar a quienes los vencedores consideraban el germen de la «maldad» republicana. Ahora ya de un modo institucionalizado. Gracias a los testimonios de supervivientes recogidos por Tomasa Cuevas en su obra Testimonios de mujeres en las cárceles franquistas (Instituto de estudios altoaragoneses, 2009), podemos darnos cuenta de la profunda humillación —física y psíquica– que padecieron miles de mujeres durante los primeros años del franquismo. Pero no solo entonces; la práctica del rapado de pelo reapareció en España durante los primeros años sesenta como un método de represión sexuado ante las huelgas de la minería asturiana. Cabe preguntarse: ¿de dónde nace esa voluntad de marcar los cuerpos de las mujeres como una forma de castigo-dominio público?; ¿qué se oculta tras ese gesto arbitrario y exhibicionista que se sirve del cuerpo de la mujer como un territorio de combate para demostrar el poder de quienes lo ejercen?
De nuevo nos encontramos ante preguntas que enlazan directamente con una cuestión política, moral y de género en la que a la mujer siempre le ha tocado representar el papel de víctima. Por fortuna, el tema comienza a despuntar, y tanto historiadores como estudiosos/as de diversas disciplinas han comenzado a escuchar y a difundir los relatos y las voces de quienes históricamente han estado silenciadas. No hay mejor arma que la escucha. Y nuestro pasado reciente nos obliga a escuchar para evitar caer en el terreno trágico del olvido.
Bueno chicas una vez mas nos han cambiado el libro que toca leer este mes, que se le va a hacer la vida es así en vez de Palmeras de nieve vamos a leer La voz Dormida, con que cogerla con ganas que es una historia triste pero de obligada lectura para que nunca olvidemos lo que paso en la historia de España.
Un grupo de mujeres, encarceladas en la madrileña prisión de Ventas, enarbola la bandera de la dignidad y el coraje como única arma posible para enfrentarse a la humillación, la tortura y la muerte. Pocas novelas podemos calificar como imprescindibles. La voz dormida es una de ellas porque nos ayuda a bucear en el papel que las mujeres jugaron durante unos años decisivos para la historia de España. Relegadas al ámbito doméstico, decidieron asumir el protagonismo que la tradición les negaba para luchar por un mundo más justo. Unas en la retaguardia y las más osadas en la vanguardia armada de la guerrilla, donde dejaron la evidencia de su valentía y sacrificio. Dulce Chacon:
Dulce Chacón (Zafra, 1954) trabajó tanto la poesía como la narrativa como el teatro con igual éxito. Antologada en España y en el extranjero por su labor poética, obtuvo el Premio Azorín de Novela con la que fue su mejor novela, Cielos de barro. Con su última obra, La voz dormida, demostró su maestría en la narración y nos prometía una novelista excepcional.
Dulce Chacón Gutiérrez nació en 1954 en Zafra, Badajoz. Hermana gemela de la, también escritora, Inma Chacón, se traslada con su familia a Madrid a los doce años, instalando su residencia definitiva en esa ciudad.
Comienza a publicar tarde; en 1992 publica su primer poemario, Querrán ponerle nombre, y con el segundo,Contra el desprestigio de la altura, obtiene el Premio Ciudad de Irún en 1995. Al año siguiente publica su primera novela Algún amor que no mate. Con Cielos de barro obtuvo el prestigioso Premio Azorín de Novela en el 2000.
Su primera incursión en la dramaturgia se estrena en 1998 con el título Segunda mano, y Eduardo Vasco dirige la adaptación al teatro de su primera novela en 2002.
Su última novela publicada fue La voz dormida, premiada en la Feria del Libro de Madrid por el Gremio de Libreros de Madrid como Libro del Año 2003. Ese mismo año se convoca en el Ayuntamiento de Brunete, el I Premio Literario de Novela Corta Dulce Chacón; en noviembre ingresa en el hospital a causa de una enfermedad repentina falleciendo el 3 de diciembre a los 49 años de edad.
Bueno después de unos días de música clásica creo que es el momento de poner cosas un poco mas modernas. Empezaremos con una cancion un poco ñoña que a mi en particular me gusta mucho.
Gloria Lasso Luna de Miel:
Les Surfs Tu seras mi Baby version en español de Be my Baby:
Sin duda la mejor tertulia que he vivido hasta el momento, hoy fue una tertulia especial ya que tuvimos con nosotros al autor de la novela que leímos, gracias a Mª Dolores Tolosa, todo comenzó con la llegada de los tertulianos un poco nerviosos al saber que se iban a encontrar con el autor, la presentación por otra parte cayó en las manos de nuestra muy querida Mª José, donde nos comento un poco el libro y la obra de José Luis Corral.
mapa del siglo XI
Posteriormente comenzó con preguntas al autor de diversos tipos, llegaron desde preguntas sobre el sexo en el siglo XI, preguntas de dónde estaba situado el barrio donde se desarrollan los hechos, de la importancia de la mujer en la edad media, un sin fin de preguntas dónde Jose Luis contesto a todas con gran profusión de datos, una tertulia como digo de lo mas amena dónde el reloj demostró que corría a una velocidad de vértigo.Decir también que con las explicaciones que ha dado Jose Luis Corral mis paseos por Zaragoza y en especial por el paseo de independencia a la altura del corte ingles sitio dónde se encuentra el arrabal musulmán no van a ser igual, ya que cada vez que pasee por ahí me acordare del eslavo Juan protagonista de la obra El salón dorado
Todo un lujo el poder haber compartido con el autor y dónde comentar con él su trabajo. Luego nos entregaron unos libros firmados por José Luis Corral de su nueva novela "La prisionera de Roma".
El colofon y la sorpresa la puso Susana que nos canto un villancico. Para mi sin duda la mejor tertulia desde que estoy en ella.
Decir también que por la mañana algunas tertulianas asistieron a una visita guiada al palacio de la Aljaferia.
Aqui os dejo esta vez un pequeño relato y por supuesto un vídeo que espero os guste.
Aquí estoy sentado en mi vejez, al lado de la ventana, recluido en esta silla infernal de la cual hace ya diez años no me puedo separar, sin otro aliciente que ver como cae la lluvia densamente a través del cristal. En la calle veo a través de las gotas de lluvia como relucen las luces que atraviesan la calle de una Navidad que esta próxima. Veo como una madre con sus dos hijos corre para cruzar la calle, cargada de bolsas de regalos, seguramente ultimando las últimas compras. Esto me trae recuerdos de mi niñez, dónde todo era más simple; la Navidad se esperaba para comerte un buen pollo guisado, algo con lo que no contabas todos los días, los regalos se limitaban a algún jersey que tejía tu madre o abuela, y algún juguete de madera como camiones o carros que te hacían artesanalmente tu padre o tíos.
Luego fui creciendo y a la vez que crecía la navidad cambiaba, ya no era como antes, gracias a que nuestras economías iban mejor, tuve un trabajo estable lo que me hacia llevar a casa de mis padres lo que ellos no habían tenido. Estudie a la vez que trabajaba y me labre un porvenir, con lo que vinieron mejores Navidades. Estas ya no consistían en pollo guisado y regalos de tercera, aquí ya había marisco, ternera y jamón ibérico, para mis sobrinos los regalos eran los juguetes de última generación.
Luego conocí a María, mi dulce María, lo tenía todo guapa, dulce, encantadora, esplendida. Con ella las navidades eran diferentes, eran dulzura, amabilidad, risas, todo eso a parte de comer beber y hacernos regalos. Me case con maría un 21 de Diciembre, nuestra luna de Miel la decidimos pasar con las familias de ambos, encerrados en una casa de campo en la montaña, nunca pase unas navidades igual, las mejores de toda mi vida.
Nunca tuvimos hijos, no pudimos por desgracia, algo que tampoco nos importo mucho, éramos felices el uno con el otro, vinieron otras navidades y con María siempre eran como si nunca hubiera vivido otras. Aún la recuerdo cuando estaba concentrada y sacaba la punta de la lengua entre los labios, o su risa cantarina que contagiaba a todos los que nos encontrábamos alrededor. A María se la llevo un cáncer y con ella se fue mi navidad y mi alegría.
Y ahora aquí estoy en el ocaso de mi vida sentado a la misma silla de siempre, dónde me he vuelto a reencontrar con mi vieja amiga la Navidad de la mano de Carlos, otro viejo estúpido como yo, como el mismo me dice y se echa a reír. Carlos digamos que me ha adoptado junto a su familia, hijos y nietos, ya que la mía (sobrinos a distancia) no quieren saber nada de mí. Con Carlos me han vuelto las ganas de vivir antes perdidas, y solo pido que se me lleve antes a mí que a él….
Y ahora os deja este viejo, que se va a ayudar a Carlos y las chicas de la residencia a decorar los pasillos con cintas y bolas de colores, para aportar nuestro granito de arena y si podemos hacer felices a algunas personas pues mejor. Y, recordar ser y hacer felices a los demás y que nadie absolutamente nadie os amargue la vida.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD DE UN VIEJO ALEGRE OTRA VEZ!!! , un momento que me dice Carlos que él también os desea Feliz navidad.
José Manuel Angulo Zaragoza 2012
Aquí os dejo a todas una breve opinión de lo que me ha parecido el libro, animaros y comentar que es gratis. y a la vez os dejo una canción que seguro os va a gustar.
¿Que me ha parecido?, pues bien es un libro plagado de datos históricos con una primera parte en Constantinopla y Roma donde aburre bastante ya que parece que estas leyendo un tratado de historia, a mi la verdad la parte que mas me ha gustado ha sido la parte que trata en la taifa de Zaragoza ya que yo soy de aquí y por lo menos he aprendido algo de la Zaragoza del siglo XI. Aunque a veces también me he aburrido con tanto nombre Árabe e incluso también en alguna ocasión te pierdes con tanto Al-Mutaman y compañía. La verdad no es un libro que me haya gustado mucho, desde luego no lo incluiría en la lista de mis favoritos.
Primer destierro: al servicio de la taifa de Zaragoza
Sin descartar del todo la posible influencia de cortesanos opuestos a Rodrigo Díaz en la decisión, la incursión del castellano contra el territorio de al-Qadir, el régulo títere de Toledo protegido de Alfonso,44 le causó el destierro y la ruptura de la relación de vasallaje.
A finales de 1080 o principios de 1081, el Campeador tuvo que marchar en busca de magnate al que prestar su experiencia militar. Es muy posible que inicialmente buscara el amparo de los hermanos Ramón Berenguer II y Berenguer Ramón II, condes de Barcelona, pero rechazaron su patrocinio.43 Rodrigo, entonces, ofreció sus servicios a reyes de taifas, lo que no era infrecuente, pues el propio Alfonso VI había sido acogido por al-Mamún de Toledo en 1072 durante su ostracismo.45
Junto con sus vasallos o «mesnada» se estableció desde 1081 hasta 1086 como guerrero bajo las órdenes del rey de Zaragoza, al-Muqtadir, quien gravemente enfermo fue sucedido aquel 1081 por al-Mutamán. Este encomendó al Cid en 1082 una campaña contra su hermano el gobernador deLéridaMundir, el cual, aliado con el conde Berenguer Ramón II de Barcelona y el rey de AragónSancho Ramírez, no había acatado el poder de Zaragoza a la muerte del padre de ambos, desatándose una guerra fratricida entre los dos reyes hudíes del Valle del Ebro.46
La hueste del Cid reforzó las plazas fuertes de Monzón y Tamarite y derrotó a la coalición, formada por Mundir y Berenguer Ramón II, ya con el apoyo del grueso del ejército taifal de Zaragoza, en la batalla de Almenar, donde fue hecho prisionero el conde Ramón Berenguer II.46
Alfonso VI de León y Castilla en una ilustración del siglo XII.
En tanto que al-Mutamán y el Campeador luchaban en Almenar, en la inexpugnable fortaleza de Rueda de Jalón el antiguo rey de LéridaYusuf al-Muzaffar, que en este castillo estaba prisionero, destronado por su hermano al-Muqtadir, planeó una conspiración con el alcaide de esta plaza, un tal Albofalac según las fuentes romances (quizá Abu-l-Jalaq). Aprovechando la ausencia de al-Mutamán, el monarca de Zaragoza, al-Muzaffar y Albofalac solicitaron que acudiera Alfonso VI con un ejército para sublevarse a cambio de cederle la fortaleza. Alfonso VI vio además la oportunidad de volver a cobrar las parias del reino de Zaragoza y marchó con su hueste, comandada por Ramiro de Pamplona (un hijo de Sancho el Mayor) y el noble castellano Gonzalo Salvadórez, hacia Rueda en septiembre de 1082. Pero murió al-Muzaffar, y el alcaide Albofalac, al carecer de pretendiente al reino zaragozano, cambió de estrategia y pensó congraciarse con al-Mutamán tendiendo una trampa a Alfonso VI. Le prometió al rey de León y Castilla entregar la fortaleza, pero cuando los comandantes y las primeras tropas de su ejército accedieron a las primeras rampas del castillo tras franquear la puerta de la muralla, comenzaron a arrojarles piedras desde lo alto que diezmaron la mesnada de Alfonso VI, quien había quedado, precavidamente, esperando entrar al final. Murieron Ramiro de Pamplona y Gonzalo Salvadórez, entre otros importantes magnates cristianos, aunque Alfonso VI esquivó la celada. Poco después el Cid se personó en el lugar de los hechos tras haber estado en Tudela, probablemente enviado por al-Mutamán previendo un ataque leonés y castellano a gran escala, y aseguró a Alfonso VI que no había tenido ninguna implicación en esta traición, explicaciones que Alfonso aceptó. Se especula con que tras la entrevista pudo haber una breve reconciliación, pero solo hay constancia de que el Cid volvió a Zaragoza al servicio del rey musulmán.47
En 1084 el Cid desempeñaba una misión en el sureste de la taifa zaragozana, atacando Morella, posiblemente con la intención de que Zaragoza obtuviera una salida al mar.48Al-Mundir, señor de Lérida, Tortosa y Denia, vio en peligro sus tierras y recurrió esta vez a Sancho Ramírez de Aragón, que combatió contra Rodrigo Díaz el 14 de agosto de 1084 en la batalla de Morella, también llamada de Olocau —si bien en 2005 Boix Jovaní postuló que se desarrolló algo más al norte de Olocau del Rey, en Pobleta d'Alcolea—.49 De nuevo el castellano se alzó con la victoria, capturando a los principales caballeros del ejército aragonés (entre los que se encontraban el obispo de RodaRamón Dalmacio o el tenente del condado de NavarraSancho Sánchez)50 a quienes seguramente liberaría tras cobrar su rescate. En alguno de estos dos recibimientos apoteósicos en Zaragoza podría haberse recibido al Cid al grito de «sīdī» ('mi señor' en árabeandalusí, a su vez proveniente del árabe clásicosayyid), el apelativo romanceado de «mio Çid».