viernes, 14 de diciembre de 2012

Opinión de El Salón Dorado

Aquí os dejo a todas una breve opinión de lo que me ha parecido el libro, animaros y comentar que es gratis. y a la vez os dejo una canción que seguro os va a gustar.







¿Que me ha parecido?, pues bien es un libro plagado de datos históricos  con una primera parte en Constantinopla y Roma donde aburre bastante ya que parece que estas leyendo un tratado de historia, a mi la verdad la parte que mas me ha gustado ha sido la parte que trata en la taifa de Zaragoza ya que yo soy de aquí y por lo menos he aprendido algo de la Zaragoza del siglo XI. Aunque a veces también me he aburrido con tanto nombre Árabe e incluso también en alguna ocasión te pierdes con tanto Al-Mutaman y compañía. La verdad no es un libro que me haya gustado mucho, desde luego no lo incluiría en la lista de mis favoritos.

3 comentarios:

  1. Yo creo que el libro peca de ser demasiado largo y de mencionar tantos datos.
    Por otra parte, lo considero muy interesante por toda la información que aporta sobre el momento histórico en que sitúa al personaje principal, que, por cierto, me hubiera gustado tropezarme con él.

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  2. Precioso. Voy a intentar poner una página de música medieval
    http://www.youtube.com/watch?v=OkoLzqFk8Fk&feature=related

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  3. Buscando por qué a Zaragoza se le llamaba "la ciudad blanca" he encontrado este texto.
    “Zaragoza ocupa una vasta extensión de terreno, está poblada y sus barrios están ampliamente instalados; posee calles anchas, casas y residencias muy hermosas; rodeada de jardines, huertos y provista de una sólida muralla de piedra. Situada a la orilla de un gran río, parte de cuyas aguas provienen del país de los Rum, de las montañas de Calatayud y de otros sitios. (…) Zaragoza lleva también el nombre de ‘Ciudad Blanca’ que se le da a causa de la gran cantidad de yeso y cal que en ella se encuentra. Una particularidad de la ciudad es que las serpientes jamás penetran en ella; si se lleva allá una serpiente, ésta muere enseguida. Algunos sostienen que existe en Zaragoza un talismán contra serpientes. Otros dicen que para la mayor parte de las construcciones de la ciudad se ha utilizado mármol, que es una variedad de la sal gema, y que tiene la propiedad de alejar a las serpientes de los lugares donde se ha utilizado: así sucede en muchos distritos”, Al-Himyarî, siglo XV.
    Ésta es la visión de un poeta musulmán del siglo XV, pero lo cierto es que no difiere mucho de lo que debía ser la Medina Albaida o ‘Ciudad Blanca’, como también se conocía a la Saraqusta del año mil. La ciudad era ya vieja cuando los musulmanes llegaron, pues había recibido ya tres nombres: Salduie, nombre originario de los primeros pobladores iberos y celtíberos del Valle del Ebro, allá por el año 600 a.C.; Caesaraugusta, con la fundación y posterior ocupación romana, entre los años 15 a 13 a.C.; y finalmente Cesaracosta, tras la desintegración del Imperio Romano de Occidente y la dominación visigoda, en torno al año 472.
    El período que nos ocupa se centra en el que, posiblemente, es uno de los momentos más florecientes de la historia de la ciudad. Tras la disolución del Califato de Cordoba se iniciaron en España los denominados reinos de Taifas. En el año 1013 Mundir, el gobernador tuyibíe de Tudela, recibe el gobierno de Zaragoza, ganándose el apoyo de los amiríes (seguidores y parientes de Almanzor), y proclamando la independencia de Zaragoza en el 1018. Un simple pero valeroso soldado, que supo ampliar su reino, y que se dedicó a convertir la ciudad en un centro de saber, esforzándose por aprender de mayor lo que no había podido de joven. Saraqusta se convirtió así en un foco de atracción de intelectuales, donde acudían ilustres que habían servido a las órdenes de Almanzor, como Ibn Darrāy, secretario y poeta del dictador, o el intelectual Sa’id.

    Tracerías musulmanas halladas en el Palacio de la Aljafería. © Javier García Blanco.
    Sin embargo, poco duró la dinastía de Mundir I, ya que veinte años más tarde, tras la enésima sublevación popular, se produjo un vacío de poder que fue aprovechado por el gobernador de Lérida, Sulaymān ibn Hūd –alias Musta’īn billāh–, para instaurar la última dinastía saraquistí, la de los Banū Hūd. A la muerte de éste en el año 1046, su reino se dividió entre sus cinco hijos. El menor de ellos, Ahmad, se quedó en Zaragoza, y pronto disputó a sus hermanos sus herencias, haciéndose con Calatayud, Tudela y Huesca. Ahmad no dudó en emplear tácticas poco decorosas, y sólo su hermano Yusuf consiguió resistir en Lérida. Finalmente Ahmad incorporó los territorios de Tortosa y Denia para la Taifa, ofreciendo una salida al mar; derrotó a los cristianos en Graus (1063) y recuperó Barbastro (1065), y a partir de entonces gobernaría bajo el sobrenombre de Al-Muqtadir billāh, “el victorioso por Dios”. Aquí acabarán sus glorias militares, y para mantener su independencia se verá obligado a pagar parias, tributos, a los reinos cristianos de Pamplona, Castilla y Aragón.
    LA CIUDAD Y SU ENTORNO

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