Aqui os dejo esta vez un pequeño relato y por supuesto un vídeo que espero os guste.
Aquí estoy sentado en mi vejez, al lado de la ventana, recluido en esta silla infernal de la cual hace ya diez años no me puedo separar, sin otro aliciente que ver como cae la lluvia densamente a través del cristal. En la calle veo a través de las gotas de lluvia como relucen las luces que atraviesan la calle de una Navidad que esta próxima. Veo como una madre con sus dos hijos corre para cruzar la calle, cargada de bolsas de regalos, seguramente ultimando las últimas compras. Esto me trae recuerdos de mi niñez, dónde todo era más simple; la Navidad se esperaba para comerte un buen pollo guisado, algo con lo que no contabas todos los días, los regalos se limitaban a algún jersey que tejía tu madre o abuela, y algún juguete de madera como camiones o carros que te hacían artesanalmente tu padre o tíos.
Luego fui creciendo y a la vez que crecía la navidad cambiaba, ya no era como antes, gracias a que nuestras economías iban mejor, tuve un trabajo estable lo que me hacia llevar a casa de mis padres lo que ellos no habían tenido. Estudie a la vez que trabajaba y me labre un porvenir, con lo que vinieron mejores Navidades. Estas ya no consistían en pollo guisado y regalos de tercera, aquí ya había marisco, ternera y jamón ibérico, para mis sobrinos los regalos eran los juguetes de última generación.
Luego conocí a María, mi dulce María, lo tenía todo guapa, dulce, encantadora, esplendida. Con ella las navidades eran diferentes, eran dulzura, amabilidad, risas, todo eso a parte de comer beber y hacernos regalos. Me case con maría un 21 de Diciembre, nuestra luna de Miel la decidimos pasar con las familias de ambos, encerrados en una casa de campo en la montaña, nunca pase unas navidades igual, las mejores de toda mi vida.
Nunca tuvimos hijos, no pudimos por desgracia, algo que tampoco nos importo mucho, éramos felices el uno con el otro, vinieron otras navidades y con María siempre eran como si nunca hubiera vivido otras. Aún la recuerdo cuando estaba concentrada y sacaba la punta de la lengua entre los labios, o su risa cantarina que contagiaba a todos los que nos encontrábamos alrededor. A María se la llevo un cáncer y con ella se fue mi navidad y mi alegría.
Y ahora aquí estoy en el ocaso de mi vida sentado a la misma silla de siempre, dónde me he vuelto a reencontrar con mi vieja amiga la Navidad de la mano de Carlos, otro viejo estúpido como yo, como el mismo me dice y se echa a reír. Carlos digamos que me ha adoptado junto a su familia, hijos y nietos, ya que la mía (sobrinos a distancia) no quieren saber nada de mí. Con Carlos me han vuelto las ganas de vivir antes perdidas, y solo pido que se me lleve antes a mí que a él….
Y ahora os deja este viejo, que se va a ayudar a Carlos y las chicas de la residencia a decorar los pasillos con cintas y bolas de colores, para aportar nuestro granito de arena y si podemos hacer felices a algunas personas pues mejor. Y, recordar ser y hacer felices a los demás y que nadie absolutamente nadie os amargue la vida.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD DE UN VIEJO ALEGRE OTRA VEZ!!! , un momento que me dice Carlos que él también os desea Feliz navidad.
José Manuel Angulo Zaragoza 2012
La música, preciosa.
ResponderEliminarEl cuento, triste, aunque me temo que está muy cerca de la realidad y que aún habrá algún abuelo que esté peor.¡Qué bueno es tener ilusiones!
triste como la vida misma
Eliminar¡QUÉ AGRIDULCE!..., bonito, muy bonito...Pilar D
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